Lirit Emment
sábado, 13 de septiembre de 2008

[clase nocturna>puerta del instituto(disponible xD)]

Lirit empezaba ha estar aburrida de escuchar al profesor-Esto hace años que lo estudie para hacer medicina-pensaba mientras mordia un lapiz de color rosa y garabateaba en la libreta csas sin sentido alguno-Es hora de salir de aqui-penso la joven vampira mientras recogia todos los lapices y utensilios que habia escampados en su mesa y hacia sonar una melodia en su mobil...
-Oh no puede ser...mi madre profesor, mi madre!-mintio moviendo las manos como si estuviera histerica mientras salia rapidamente de clase sin dar posibilidad alguna de reproche al "adulto"
-Listo- dijo mientras sacaba un espejo del bolso y se retocaba en medio del pasillo vacio los labios,el pelo y sonreia maliciosamente...-necesito adrenalina-dijo mientras sonreia dejando ver sus relucientes colmillos y observaba como una profesora enfadada iba directa hacia ella-Chao Bel·la me encanta tu pelo sabes?-dijo mientras le guiñaba un ojo seductoramente a la profesora y salia del edificio a carcajada limpia observando la cara de la profesora
-Mañana me tocara mentir...aix pobres humanos como añoro sorprenderme por algo-dijo mientras abria de par en par las puertas del edificio y salia con paso calmado

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11:46:00 p. m.
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Marek Rozenhal



Marek había seguido su carrera sorbe los tejados con más fuerza tras su acto de caridad de aquel día. Realmente no había hecho nada porque el auto de aquel tipo estaba bien pero se sentía genial. Así que decidió volver a casa. Al día siguiente tenía una competición universitaria y no podía dejar en ridículo a su universidad. Llegó a la azotea de su piso, saltó y en el aire se puso para caer en plancha y justo cuando iba a darse de cara contra el suelo desaparece dejando el humillo azul. Volvió a la tierra chocando de cara contra su cama. Tras doblar toda su ropa se metió en la cama y trató de relajarse para dormir, algo que oidaba.

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4:25:00 p. m.
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Klahrt Klaine

[Cementerio de Praga]
- Deseo que me vigiles las espaldas, ultimamente en praga no hay nada bueno....-. Contesté a Giovanni, mientras yo recordaba el encuentro con la chica del parque.- Necesito que seas mi espía y advertirme sobre las cosas de mi alrededor,¿podras hacerlo?-. Me habría bastado con ordenarselo, pero sería muy descortes por mi parte aprovecharme de mi poder nada mas invocarlo.
Giovanni: Creo que deberías prepararte algún conjuro, brujo, aquí huele un poco a lobo... no se si me entiendes-. Respondió dando a entender que estaba a mi servicio-.

Klahrt: ¿Lobo, te refieres a un licántropo?-. Sentí un poco de temor, no tenía por que ser un licántropo ya transformado, pero generalmente suelen tener bastante fuerza incluso en su forma humana-.

Giovanni: No se preocupe señor, lo mejor sera no parecer sospechoso, yo me ocultare, y en caso de peligro saldre a entretenerle mientras Ud. hace mas truquitos de magia-.
Una vez dicho eso, Giovanni se deshizo en cenizas y yo, con la de estar protegido, me dispuse a buscar al hombre-lobo o mujer-lobo, o sea el genero que sea.

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12:57:00 p. m.
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Monika Dusek
miércoles, 10 de septiembre de 2008

[ Calles de Praga - Casco antiguo = Encontronazo con Maruska ]

Monika cruzaba las calles de Praga sin tener un destino preciso. "Seasons Change" sonaba prácticamente al máximo en el interior del BMW, pero con los cristales subidos apenas era un murmullo para los que lo escuchaban desde fuera.

Aquel vampiro la había engañado, y no podía negar que un poco estúpida se sentía. Pero lo que le resultaba extraño era que ese chupasangre no fuera detrás de ella. Había leído sobre las capacidades extraordinarias de esos seres, y la rapidez era una de ellas. Seguramente se lo volvería a encontrar, sería cuestión de tiempo.

- Happy turns to sad, sometimes life gets bad... things get rearranged, nothing stays the same... - parecía que cantar cuando nadie la oía la servía de distracción, y una ayuda extra para ordenar sus ideas.

Estaba ya por el casco antiguo de Praga cuando una chica se le vino encima [Maruska] justo al doblar una esquina con el coche. Monika frenó de golpe, y por poco no la atropella. Cortó la música con una mano y salió al encuentro de la licántropo quizas un poco malhumorada, pero manteniendo la calma.

- ¿Estás bien? - preguntó con una media sonrisa - Qué lástima, no tenía que haber frenado... - añadió antes de que la chica pudiese contestar - Odio ser tan buena conductora, en serio.

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11:22:00 p. m.
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Conjunta Alexander Karolus Grigorev + Alena Hajeck
martes, 9 de septiembre de 2008

[en Night Club "La Conejita"]
1ª parte

Al mirar a los ojos y los sensuales labios de la muchacha, Alexander notó una especie de atracción salvaje y comedida. Se dejó guiar por la chica a otro punto del bar, donde pidió a una compañera que le sirvieran.

- Pareces cansada. ¿Te apetece sentarte un poco? -dijo, señalándole el asiento junto al suyo, con una sonrisa conciliadora. -Soy nuevo en la ciudad, y no es cuestión de tomarse algo completamente solo.

Alena sonrió. Sentarse un rato le pareció la idea más genial que podía haber. Pidió a la camarera de la barra un chupito de tequila (puesto que solo se podían sentar con los clientes si éstas bebían a cuenta del cliente y se acercó al chico, sentándose en la silla indicada y cruzándose de piernas, mirándole analizadoramente.

-¿Y qué te trae a una ciudad como Praga? -Alena dejó el chupito a un lado. -O mejor dicho... ¿Qué te trae a un -Bajó la voz, mirando a su alrededor para percatarse de que ninguna otra conejita la escucharan; y es que, querido lector, uno de los defectos de los humanos es la envidia y el egoísmo. -antro asqueroso como éste?

Alexander comprobó que la mochila estaba junto a su asiento, a buen recaudo. Si alguien la registraba, podría meterse en problemas. Esta acción no pasó en desapercibido para Alena, quien debió pensar que llevaría ahí algo de valor.

"La muchacha no tenía ganas de beber. Normal, teniendo en cuenta que si se emborrachaba demasiado podría ser presa fácil de estos babosos" Mientras esos pensamientos recorrían la cabeza de Alexander, acercó el chupito de tequila de Alena a sus labios y se lo bebió, haciendo posteriormente lo mismo con el suyo. Con una sonrisa, se encendió un cigarrillo, que le quemaron en la garganta tras los dos tragos de tequila.

-Bueno... Tengo un pequeño negocio de distribución, y nos estamos expandiendo. Como vine a Praga hace unos años, y algo de checo sabía... -Alexander calló: se estaba inventando demasiados detalles. -Y el resto es historia.

Alena se mantuvo en silencio, escuchando al chico atentamente y contemplándole. Con una sonrisa maternal, observó como bebía. Es comprensible ahogarse en alcohol el primer día que vas a una ciudad nueva, donde no conoces a nadie...

Alexander se mantuvo a una distancia prudencial de Alena: Ni demasiado lejos, ni demasiado cerca.

- ¿Y tú, aparte de trabajar aquí, a qué te dedicas?

Con una mano en el mentón y apoyado el codo en la mesa, sin dejar de mirarle, Alena le respondió, buscando las palabras perfectas:

-Bueno... Estudio en el instituto... Pero para pagarme las clases, debo trabajar... Y no hay ningún otro sitio donde me cojan... -Bufó molesta. Era conocido por todos que la humana odiaba ese asqueroso trabajo. Además, por culpa de la ropa que les hacían llevar, muchos la tachaban de prostituta. Cosa completamente falso, al menos, según ella.

El interés de la chica hacía sentir a Alexander en su salsa. Pero la mención de la palabra "instituto" le echó un poco para atrás, aunque sin dejar de ser encantador. No era su estilo acostarse con menores, carne de cañón para trabajar en garitos de esta clase en los países del este de Europa.

Con cierto desagrado, le vino a la mente la única vez que se dejó engañar. Tuvo que escapar de un pueblo a 100 kilómetro de Bucarest, dejando a una presa sin cazar. De haber estado con el señor Grigorev y Vassjily, le habrían crucificado en la siguiente parada, sin duda.

Alena
borró su expresión de hastío y esbozó una nueva sonrisa. "Realmente sexy", pensó, mirando al cazador de delante suya. Sonriendo con comprensión, el chico dio una calada a su cigarrillo, mientras la escuchaba. Por un segundo se desvaneció su mirada escrutadora, casi devoradora. Pero no tardó en volver, a la vez que lanzaba una nueva pregunta.

-¿Qué edad tienes? ¿20? ¿25? -Enarcó una ceja. Demasiado joven como para pudrirse por alcohol y tabaco. -Deberías dejarlo...

-Bueno... debería -dijo él, mirando su cigarrillo -, pero tanto tiempo de un lado a otro, en la carretera, haciendo negocios... Empecé como algo social, y ahora es algo difícil. Me relaja, me libera del estrés.

Con la pregunta de la edad, simplemente sonrió, y le lanzó una mirada clara de "¿cuántos me echas?".

No puede evitarlo y Alena estalló en carcajadas ante su clara mirada, risa que ahoga con una mano.

Alenxander no pudo evitar sentirse que se había quedado con él, a juzgar por su risa de joven bromista. Sus ojos, sus labios, su cabello, hasta su voz... Todo irradiaba sensualidad, y un ligero deseo.

No había pasado por alto, a vista de Alena, que su mirada de sagaz devorador había desaparecido al escuchar "instituto", pero hizo como si no me hubiera dado cuenta. Y es que, a veces, hay que parecer menos espavilada de lo que realmente se es. Y más en estos sitios...

-Hmmm... Te echo unos... ¿23? -Enarcó una ceja, esperanzada. Guardo silencio durante un rato. Su mirada, que casi podría estar desnudándola, aunque de forma diferente a esos borrachos; había vuelto. No pudo evitar sentirse más que interesada en él.

-Casi aciertas, tengo 24 -respondió él, complacido por su buen ojo. -Tú debes tener unos 18, ¿me equivoco?

Alena le miró sorprendida. Ni que pudiera leerle el pensamiento... o le conociera. Eso le hizo incomodarse ligeramente, pero decidió hacer caso omiso.

-Acertaste de lleno. -Susurra, ladeando ligeramente la cabeza y sonriendo

-Un momento... -Susurró a su oído, dirigiéndose a la barra y cogiendo otra jarra de cerveza, a la par que dejaba los chupitos ya vacíos allí.

-El chico de la mesa 7 precisa de mi presencia. -Le explicó la chica a la conejita de la barra, para que no se pensaran que estaba haciendo lo que justamente hacía: saltarse el curro. Vuelve hacia la mesa del chico y le da la jarra. Agradecido, Alex le dio un buen sorbo.

-Para despistar. -Le guiñó el ojo con picardía. -Invita la casa. ¿Y cómo te llamas, joven distribuidor?

- Alex, Alex Petrov -Dijo, ofreciéndole la mano. -¿Y tú eres...?

Alena estrecha su mano delicadamente, notando la calidez de su piel. Durante un rato, ambos están con las manos estrechadas, sin ganas de soltarse. La mano de Alena despierta los sentidos del cazador, ligeramente aletargados por el alcohol. No la apartaba. Su sonrisa pasó de encantadora a seductora.

-Alena Hajek. Natural de aquí. -Sonrisa. -Petrov... ¿Eres de... Rusia? -Le mira de arriba abajo. No tenía pinta de Ruso. El estereotipo de los Rusos que Alena tenía en mente era de gente con pelo blanco, bigote poblado (Los hombres), ojos azules y... más feos que el sapo de su jefe. Y éste era completamente distinto.

-Bueno, Alena... nací en Rusia, pero he vivido en Turquía la mayor parte de mi vida -dijo, creando una media verdad.

Siguió con su mano agarrada con la del chico. No tenía nada de ganas de soltarle, la verdad. No sabía por qué, pero tenía ganas de seguir ahí. ¡Ah, claro! Era por no trabajar. Hablando de trabajar... Miró su reloj: ¡La hora de salir!

-Es hora de irme. Ya acabó mi turno. -Sonrió y le soltó la mano, por fin, levantándose. Le dedicó un guiño y lanzó un beso, girándose después y dirigiéndose a una puerta a mano izquierda, para ponerse la ropa de calle, fichar y salir de allí.

Alexander iba a continuar hablando cuando la chica miró su reloj y dijo que tenía que marcharse. Sonriendo, apuró su jarra. Se levantó, cogió la bolsa y dejó la cantidad justa para pagar su consumición. Acto seguido salió del garito, y se apostó a pocos metros de la entrada, controlando la calle.

Al cabo de un buen rato, Alena salió ya vestida de calle, por una puerta lateral del local. Caminó distraída hasta salir a la calle principal, mirando que en su bolso no faltara nada. Alzó la cabeza al comprobar que no le faltaba nada. Recordó justo entonces que no le había pedido el móvil a aquella mujer.

Pero se le fue de la cabeza. Tanto el móvil como la mujer se fue de su cabeza al volver a ver al chico. Esbozó una media sonrisa, divertida. "Que le den al puto móvil. Era de la zorra de Aleska". Haciendo como si no hubiera visto a Alex, Alena comenzó a subir la calle, esperando a que le detuviera.

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1:44:00 p. m.
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Anna Sverkos



[Piso franco]


Anne
se encontraba leyendo un libro tirada en el sofá, con la televisión encendida pero en mute.
Estaba sola. Ludvik había salido a dios sabe qué, aunque Anna sospechaba que, si andaba aburrido, posiblemente había ido a molestar a Maru a su apartamento. Vaya par, pensó, algún día me volverán loca.

- Es muy problable que en un caso así, el demonio no desaparezca, aunque se encontrará visiblemente aturdido y debilitado. El siguiente paso sería utilizar nuestro mejunge antes de que recobrara fuerzas. En menos de diez minutos habrá sido reducido, aunque no volverá a los infiernos desde los que salió, le será prácticamente imposible poseer de nuevo a una persona. - Anne tomó unas notas en su agenda y continuó leyendo. - Esta clase de demonios son comunes en las zonas más pobladas, pero independientemente de las posesiones, son bastante inofensivos.

La muchacha bostezó.
Cerró el libro de golpe, y el estruendo le sobresaltó. Vaya estúpida, asustarte tú misma...
Pero su cuerpo ya estaba en tensión, sus sentidos agudizados y atentos a cualquier señal de alarma. Era ridículo que pudiera pasar algo en aquel lugar, protegido hasta la saciedad con los extraños conjuros de su hermano que a veces dejaban fuera incluso a Maru. Pero más valía prevenir que curar.

Se puso en pie y miró a su alrededor; todo parecía estar como siempre y suspiró.
Apagó la tele sin mirar que estaban echando, y miró el movil. Nada. Dudó unos instantes antes de marcar un número que hizo que la pantalla se iluminara. Tono, tono, tono, chasquido. - ¿Lud? ¿Dónde andas? -.

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10:41:00 a. m.
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Maruska Blazek



[Calles de Praga: Casco Antiguo]


Maruska estaba cansada.
Trabajar de cara al público, para ella, era mucho más agotador que para cualquier otro ser acostumbrado a socializarse. Sin embargo, Maru prefería mil veces más la soledad que le proporcionaba su apartamento que forzar la sonrisa en el estanco o no arrancarle el corazón a según que clientes que se acercaban por el bar. Aquel día podría decirse que había hecho un turno doble.
Se había levantado a eso de las 7:30 para abrir el estanco, y tan sólo había tenido una hora para comer y prepararse para una larga tarde en el bar. Por suerte, ahora tenía toda la noche por delante para descansar y, al día siguiente, levantarse de nuevo a las 7:30 para tratar con los fumadores y compradores de sellos de postales que posiblemente no mandarían nunca. Comería, y descansaría hasta las 8, hora de entrada al bar para cubrir el turno de noche.

En definitiva, estaba deseando tumbarse en el sofá.
Caminaba con las manos en los bolsillos y la cabeza baja, observando los adoquines que pasaban bajo sus pies con la mente perdida en las cosas que debía hacer al día siguiente. Había olvidado su encuentro con Anne, quien debía proporcionarle más Capucha de monje antes de la próxima luna llena. Y se despejó un poco cuando, pensando en aquel encuentro, Ludvik (el hermano de Anna) pasó fugazmente por su mente y despertó cierto consquilleo en la boca de su estómago. Maru lo atribuyó a las nauseas que le producía; tan chulo y desgarbado, adorador de todo lo místico cuya mejor amiga siempre era un arma... Era claramente el tipo de persona que la muchacha no soportaba. Y por ello, siempre andaba discutiendo con él.

Sacudió la cabeza.
No era el momento de pensar en aquel estúpido. Ahora sólo necesitaba llegar a casa, ducharse y repatingarse en el sofá hasta nueva órden. Así que aceleró el paso; dos manzanas más y llegaría por fin a su portal.

Fdi: Espero que os haya gustado el mensaje subliminal (algunos no lo entendereis, pero espero que los aludidos sí ò_ó).

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10:17:00 a. m.
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septiembre 2008